Era también un niño en un tiempo inadecuado, por decir menos, un soldado sin nombre que no conocía de restas. El que abría las puertas con una sonrisa, no estaría más en el brillo de los ojos de su madre. Y aunque cargaba un fusil a cielo abierto, se llevó todo el mar de su inocencia escondido entre los dientes.
Era, sin quererlo, una estadística de guerra, el resultado de un negocio sin sentido.
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Fuente: www.otromundoesposible.net |
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